domingo, 27 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD Y 2010

8 curiosos ¿Te atreves a opinar?
El 2009 ha sido diferente. Por primera vez, cierro el año con algo tan importante para mí como es este blog y el haber descubierto a gente tan extraordinaria!!!



Lo dicho, FELIZ NAVIDAD y feliz entrada en el 2010!!!! Por un año lleno de relatos, historias, cuentos y mucha... mucha imaginación.





Besazos!!!

miércoles, 16 de diciembre de 2009

¿Qué es, para ti, ser un Cuentacuentos?

5 curiosos ¿Te atreves a opinar?

Una idea apuntada en un papel.
Una frase de referencia.
Un cúmulo de palabras que se entremezclan en mi cabeza
formando, en ocasiones, la frase perfecta.
Una ilusión permanente.
Satisfacción al ver acabada tu historieta.
Leer maravillosos cuentos con un nexo en común

y sorprenderte de lo grandiosa que es la mente.
Ganas de inventar, deseos de gustar… afán por comentar y, sobre todo, publicar.

Aunque no sea una descripción muy exhaustiva,
ser un Cuentacuentos es todo esto y mucho más.

PD: Esto de las rimas se me da fatal... Aún así, es un placer ser un Cuentacuentos y formar parte de este maravilloso mundo :D Gracias a esta gran comunidad he conocido a gente maravillosa.




lunes, 14 de diciembre de 2009

Deseos infinitos

7 curiosos ¿Te atreves a opinar?
Es tan misterioso el país de las lágrimas… cuando entras, ya no puedes salir de allí aunque lo intentes. Los mayores viven en él y se olvidan de los demás. Casi no tienen tiempo para sonreír, hay muchas cosas que les preocupan, demasiadas.

Por ejemplo, cuando mi mamá llora me quedo mirándola fijamente. Siempre le pregunto qué le pasa pero nunca me contesta, entonces le abrazo para que se tranquilice (como ella hace conmigo), pero nunca lo consigo. Miro cómo sus lágrimas se pasean lentamente por su cara. Siempre intento secárselas para que no caigan y manchen su camiseta o su pantalón, porque sé que a ella no le gusta nada que se ensucie la ropa. Creo que cada una de esas lágrimas son gritos, deseos… Al principio pensé que eran mis notas del colegio lo que le hacían ponerse tan triste, pero muchas veces sus ojos se inundan sin motivo.

¿Qué les pasa a los mayores? ¿Por qué siempre están de mal humor? ¿Por qué se enfadan por todo? Un juguete en el salón, un agujero en el pantalón, un ‘no quiero comer más’, un ‘esto no me gusta’, un ‘¿puedo ir a jugar?’ justo después de comer… Todo es triste. Cuando no hay chillidos, hay tristeza. Y cuando me da una sonrisa, la tengo que aprovechar porque sé que solo durará cinco minutos.

¿Sabes una cosa? Me he dado cuenta de que no quiero crecer. A mí me gusta jugar, reír, salir al parque con mis amigos, ver a papá… incluso me gusta llorar, pero de felicidad. El país de las lágrimas no es nada divertido. Alguna vez he jugado a ser mayor, pero ya me he cansado, es muy aburrido… Alguna vez mamá me ha dicho que le gustaría ser una niña de mi edad, pero ella ya no puede.

Estas Navidades no voy a pedir regalos, solo deseos. Juguetes tengo muchos, pero días en los que veo a mamá sonriendo, no tantos. Querido Papá Nöel, ¿podrías multiplicarlos por infinito?

jueves, 10 de diciembre de 2009

El Tonto del Pueblo

3 curiosos ¿Te atreves a opinar?
“¡Se aproxima el fin del mundo!”

El pueblo entero no tardó más de cinco minutos en enterarse; el tiempo exacto en el que Juan tardaba en recorrerlo. En una aldea de quinientos habitantes en invierno y unos mil en verano, nadie pareció sorprenderse. Ni siquiera la señora Paca, pegada a la ventana de su salón, parecía prestar atención. Ya conocían de sobra las habladurías de Juan o, como ellos lo llamaban, del El Tonto del Pueblo.

Él hacía caso omiso a estos comentarios. Sabía de sobra que no era un superdotado. Se consideraba una persona diferente a los demás, pero no por ello menos listo. Esta mañana, cuando la camioneta del reparto del correo se ha parado en su puerta, él mismo ha sido el primero en asombrarse. No acostumbraba a recibir noticias de nadie. Toda su familia, oriunda de ese mismo pueblecito de Palencia, ya había fallecido. Vivía solo y la única correspondencia que recibía eran algunos pagos pendientes.

Completamente inseguro y dubitativo miró ansiosamente el sobre, como si le fuera a desvelar lo que había en su interior. El remitente, efectivamente, era él mismo: Juan Rodríguez Peña. Lo que El Tonto del Pueblo no sabía era que más allá de su demarcación y de los de su alrededor había muchas personas con su mismo nombre. En la carta no había ninguna dirección, solo un código postal, prácticamente ilegible. Después de analizarlo todo bien y asimilar el sello de CONFIDENCIALIDAD que había en la parte trasera, se decidió a abrirlo.

Estaba escrito con máquina de escribir. En esa época en la que la televisión no existía, eso era signo de riqueza, de alta alcurnia. Después de que sus ojos se deslizaran de un lado al otro del papel, entendió perfectamente el mensaje: Se aproxima el fin del mundo.

Aún no entendía, carta en mano, cómo nadie había sido capaz de reaccionar ante tal noticia. Sin pensárselo dos veces, corrió al único bar de la zona. Atravesó las cortinas que protegían el establecimiento de los mosquitos y el calor y fue directo a la barra. Allí estaba Basilio, el dueño, mirándole con incredulidad y media sonrisa.


- Juan, qué pasa, ¿ya andas otra vez haciendo de las tuyas?- le dijo poniéndole el vaso de vino diario.
- Esta vez va en serio, Básil. Y sino, mira ésto- dijo él, a la defensiva, mostrándole el sobre, a la vez que se bebía de trago el vino.

Expectante, Basilio cogió el sobre y lo abrió. Leyó rápidamente su interior. Juan no lo podía haber escrito. Nadie del pueblo tenía una máquina de escribir, ni siquiera alguien de los alrededores. Por un momento, hubiera deseado que todo hubiera quedado en una broma más de El Tonto del Pueblo, pero no era así. Permaneció en silencio un par de segundos, los suficientes para decidirse a coger el altavoz del almacén.

Hizo el mismo recorrido que Juan había hecho minutos antes, pero ahora sí. La gente poco a poco empezó a salir a calle, siguiendo los pasos del dueño del bar, mientras él sacudía fuertemente la carta. A él no le hacían falta pruebas. La gente confiaba en él con los ojos cerrados. Los años en los que fue alcalde fueron los más felices del pueblo.

Básil dirigió a todos hasta su almacén. Allí les explicó lo sucedido y les leyó la carta de principio a fin. La gente se empezó a alborotar; las mujeres abrazaban con fuerza a sus hijos. ¿Cómo podía ser que en tres días estuvieran todos muertos? Intentaron, durante horas, buscar una solución, sin éxito. Poco a poco, los allí presentes se empezaron a cansar de la situación y se fueron a casa.

Sin darse cuenta, al cabo de diez horas los grupos ya se habían hecho y la rivalidad era inevitable. Todo el mundo quería lo mejor para su familia y seguir vivo dentro después del desastre. Hacían turnos para mantenerse de guardia las 24 horas del día y las envidias empezaban a aflorar. Muchos cavaban sin parar, otros intentaban buscar la mejor idea para sobrevivir.

Cuando ya había pasado día y medio, los nervios pudieron con todo. La batalla comenzó sin previo aviso. Familias contra familias, niños acobardados llorando en un rincón, gritos de guerra, de desesperación, de dolor... golpes y disparos. El panorama era desolador.

Juan estaba completamente aterrado; el fin del mundo había llegado de verdad, pero no el tercer día, sino el segundo. Él tenía tan asumido que iba a desaparecer de la faz de la tierra que no movió un ápice para salir adelante de tal devastadora amenaza.

Cuando el ruido se convirtió en silencio, ya era demasiado tarde. Hizo recuento de horas y puso la radio. Acababa de terminar el tercer día. El fin del mundo no había llegado. Se echó las manos a la cabeza y lloró sin consuelo. Se lamentaba de aquél fatídico día, de haber recibido la carta, de haber pregonado la noticia por doquier. Se lamentaba de haber provocado, sin querer, el fin del mundo, de su mundo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Año nuevo, vida nueva

6 curiosos ¿Te atreves a opinar?
Hola a todos!!!!

Antes de nada, disculparme por mi ausencia durante este fatídico mes en el que el ánimo no ha estado precisamente en su momento más álgido.

Pero lo peor ya ha pasado, así que fuera penas. Tengo mi fuente de energía recién cargadita y, por fin, tengo Internet en casa (como podéis imaginar, esto también ayudaba a mi ausencia).

Espero daros mucha guerra a partir de ahora y, como no, daros las gracias por seguir ahí.

SIEMPRE, MUCHAS GRACIAS.

SE OS QUIERE,

Emma :D
 
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