martes, 25 de agosto de 2009

El amanecer de mi vida

14 curiosos ¿Te atreves a opinar?
Todas las mañanas del mundo, a partir de hoy, te las dedico a ti. Creo que desde el primer momento supe que estabas en mi interior. Te notaba, te sentía aún cuando eras una pequeña alubia casi inapreciable. Sé que cantas cuando yo río, que pataleas cuando lloro, que te ríes cuando tarareo las canciones que un día te cantaré al oído.

No queda nada para verte sonreír, pero me cuesta creer que algún día te pueda mirar; que puedas escuchar mi voz, esa que tantas veces te ha hablado. Hasta ahora, todas y cada una de las noches imagino cómo serás, a quién de los dos te parecerás. Sueño con tu risa. No la he oído nunca, pero sé cómo va a sonar. Aunque todavía no has venido al mundo, para mí ya eres el apoyo más grande y la persona más importante.

Me encanta tenerte conmigo. Que los dos seamos uno. Me encanta descansar para tranquilizarte, caminar para acunarte y dormirte, alimentarte para que sigas creciendo. Desde que nazcas, la vida será aún más bella.

Sobra decirte que desde que supe que tú eras yo, tenía clarísimo que te seguiré cantando, que lloraré contigo cuando sufras, que pelearé hasta morir porque estés bien. Sé que cuando te tenga en mis brazos lloraré, pero también sé que siempre serás el amanecer de mi vida; ese amanecer que te dedico todas las mañanas desde que estás en mi tripita y que, espero, algún día disfrutemos juntos.

P.D: Aunque yo todavía no he tenido el placer de saber lo que se siente cuando te quedas embarazada, se lo dedico a todas aquellas personas que sí lo han sentido y, en especial, a dos amigas mías que en este momento están esperando un bebé!!!

Para ElCuentaCuentos

lunes, 24 de agosto de 2009

En otra vida

3 curiosos ¿Te atreves a opinar?
Echo de menos todo y nada. Me despierto y echo de menos sentir tu aliento en mi oreja. Me levanto y echo de menos dejarte en la cama. Echo de menos escibirte notas en el frigorífico. Anhelo hacer cenas para dos. Ya no te espero por las tardes, a la salida del trabajo. Ya no te busco por las calles, intentando crear una mera coincidencia. Ya no me late el corazón con tanta fuerza. Deseo sentirte de nuevo, que tus labios me acaricien. Deseo mirarte a los ojos y sentir la pasión. Deseo que me abraces, me sonrías, me llames, me nombres, me pienses.


Pero no puedo echarte de menos. No quiero. Ya no soy feliz a tu lado, o eso creo. Ya no puedo seguir engañando a los que me rodean. Mi mundo tiene que ser perfecto. Tuve que elegir y no te puedo tener en mi vida. En esta vida no.


Después de tanto anhelar y desear, ahora solo rezo. Rezo sin parar en soledad. Pido que todo te vaya bien y, por supuesto, que nos vayamos a encontrar en otra vida en la que podamos amarnos en paz.

miércoles, 12 de agosto de 2009

El peso de la culpa

5 curiosos ¿Te atreves a opinar?
El peso de la culpa le estaba rompiendo en pedazos. Entonces, decidió dejarla a un lado, sin pensar en nada que pudiera arreglarlo y se fue lejos, muy lejos. Pensaba que cuanto más lejos estuviese, menos se acordaría de la culpa. Su destino lo tuvo claro: un lugar con mar. Le daba igual dónde estuviese; lo único que quería era pisar la arena y disfrutar viendo cómo cada grano se mueve independientemente, algo que no habían hecho sus problemas.

Quería que todos y cada uno de los quebraderos de cabeza se dispersaran, que no llegaran a formar una playa. Igualmente, se fue hasta allí. Nada más aterrizar, sus pies caminaron en dirección al mar. Nunca había estado en ese lugar pero sus pies se sabían el camino de memoria. Sin pensárselo dos veces, se fue quitando la ropa. Completamente desnudo, fue lentamente rumbo las olas.


De repente, notó cómo algo le volvía a pesar en su interior. Intentó salir pero parecía que unas piedras enormes se lo impedían. Poco a poco se iba sumergiendo en lo más profundo. Le quedaba poco tiempo. Entonces, cayó en la cuenta. Ya sabía lo que pesaba. No eran piedras, ni siquiera su propio cuerpo. Era la conciencia. No hizo bien en abandonar a la culpa así como así, sin buscar una solución que hiciera que todos y cada uno de sus quebraderos de cabeza se marcharan para siempre.


Ahora habían venido todos de golpe. Su conciencia no estaba nada tranquila, pero ya no había remedio. Su vida había dejado de ser vida para dar paso a la muerte. Una muerte dolorosa y, sin duda, difícil.

 
Copyright © De mirilla en mirilla
Blogger Theme by BloggerThemes | Theme designed by Jakothan Sponsored by Internet Entrepreneur