domingo, 16 de enero de 2011

¿Jugamos?

“Piensa que los coches son las olas, ya verás como te olvidas de todo por un momento”. Recuerdo esas palabras continuamente. Vivir lejos del mar, donde mi casa la componen solo estas cuatro paredes, no es nada fácil. En diez metros cuadrados tengo que poner en orden mi vida. Parece una locura, pero en mi situación somos muchas. Seguro que alguna de ellas acabará siendo una gran amiga.

Miro por la ventana y me encuentro con el más absoluto de los silencios. Es curioso hasta qué punto te puede atrapar la soledad. Una de las autopistas más grandes de la ciudad se ve desde aquí, pero no consigo ver los coches. Cuando era pequeña, me encantaba ver las luces encendidas de las casas e imaginar la vida que había dentro de ellas. Ahora no hay casas, solo coches. Me tengo que conformar con crear historias sobre cada uno de los conductores que atraviesan el asfalto a estas horas de la noche, sin saber que yo les observo desde mi habitación.

Un aviso desde el megáfono anuncia que en 10 minutos se apagarán las luces del pasillo. Se oye un revuelo, pisadas al otro lado de la puerta. Risas, susurros, pero siempre en compañía. Llaves que se encargan de cerrar a cal y canto la intimidad de cada una de nosotras. Permanezco expectante; siempre me ha gustado escuchar cuando estoy sola.

Me aburro. Siento nostalgia. Yo, con lo independiente que he sido siempre… ¿Cómo iba a imaginar que me sentiría así, ahora que soy más libre que nunca? Mañana es mi primer día de clase, pero no quiero dormir. Este sitio huele a cerrado, excepto por el olor a mis sábanas recién puestas. Huelen al suavizante de mamá. Pero ahora están todos muy lejos, demasiado. Echo de menos el sonido de la tele. Me apetece que suene el teléfono de casa y oír a trozos una conversación rota por la discusión del programa que se emite en ese momento. Ah, no… hoy no toca programa de corazón, toca serie. Seguro que ahora mismo están todos en el salón.

No es nada fácil aparentar. Fingir que todo va estupendamente cuando en realidad nada va en ninguna dirección. Es curioso… esta mañana estaba nerviosa, ansiosa, ilusionada. Te lo imaginas todo de color de rosa, pero entonces, cruzas la puerta y te encuentras con millones de caras desconocidas a las que no te atreves a hablar.

Voy en desventaja. La mayor parte de ellas llevan aquí más de dos semanas. Yo voy a ser ‘la nueva’, por lo menos durante unos días. Me dan la llave de mi habitación y me doy cuenta de que soy un número, nada más. Concretamente el 215. Bueno, por lo menos me gusta. El pasillo es muy largo. Demasiado.

Algunas de las habitaciones tienen colgadas las llaves fuera de la puerta, otras permanecen con la puerta abierta esperando a que alguien entre o, simplemente, intentando de ampliar ese espacio tan limitado.

La hora de la cena ha sido espantosa. Ha debido de ser porque no he elegido bien la mesa en la que sentarme. Nadie hablaba. Miraba a mi alrededor y veía a cada grupo de seis personas enfrascado en sus conversaciones. Muchas de ellas trataban del programa que iban a ver esta noche en la tele. La tele, qué gran invento… y lo que la voy a echar de menos.

Aquí tenemos una sala llena de sillas del mismo color, tamaño y separadas entre sí por el mismo espacio. Totalmente fría e impersonal. Pero a partir de las diez de la noche, todo cobra vida. Las estudiantes se pelean por coger un buen sitio y llegar las primeras para elegir el canal de televisión. Les encanta ver concursos y opinar alegremente. En el fondo, ellas también están concursando y les gusta llevar la razón.

Otras se meten en la “cafetería”. Todavía me pregunto porqué la llaman así. Y es que, efectivamente, hay una barra, pero por lo que dicen, nunca ha habido un camarero que te sirva un café. La cafetería es el sitio de los fumadores. El único lugar de la residencia donde se puede fumar. Aquí también se hacen grupos. Sobre todo de novatas por un lado y veteranas por otro. Tópicos marcados que, por lo menos en esta residencia, no van a romperlos este año.

Unos golpecitos en la puerta me hacen volver a la realidad. He estado atrapada en mis pensamientos casi hora y media… Pero, ¿quién será? Y lo más intrigante de todo, ¿qué querrá? Puede que tenga que apagar la luz, y me vengan a dar una llamada de atención. O puede que empiecen hoy con las novatadas. Pero no, por favor, justo hoy no. Además, aunque tengo turno de tarde, mañana quiero madrugar para ir a conocer un poco todo esto.

Casi no me da tiempo a abrir la puerta de la habitación. Me llena de repente un olor a jazmín muy fuerte. Sin darme tiempo a reaccionar, me encuentro a dos chicas dentro de mi habitación. Huelen a aire fresco, la verdad. Son tan delgaditas que se mueven a la velocidad del viento sin problemas. Ni siquiera hemos cruzado una sola palabra pero ya se han sentado en mi cama… espero que no quiten el olor del suavizante de mamá de las sábanas.

Una, de Zaragoza, y la otra, de Toledo. Empiezan con la batería de preguntas… que de dónde vengo, que qué voy a estudiar, que cuántos años tengo, que por qué he llegado tan tarde. No dudo en responder a cada una de ellas, a condición de que ellas también me cuenten un poco sobre su vida.

¡Madre mía! Son ya las cinco de la mañana y las tres seguimos en la habitación. A ninguna nos importa. De hecho, parece que nos conocemos de toda la vida. Me ponen al día de los cotilleos del resto de las compañeras, aunque me cueste identificar a la mayoría de ellas. De repente, se les ocurre jugar a un juego. La chica de Toledo propone: “¿Por qué no jugamos a imaginar que los coches son olas? Imaginemos que estamos de vacaciones en una playa de ensueño”. No me podía creer esas palabras. Creí que no las iba a volver a oír nunca. Ahora sí que presiento que me voy a sentir como en casa.

2 curiosos ¿Te atreves a opinar?:

Pugliesino dijo...

Nada como los buenos amigos. Y verás cuando el vaho empape el cristal de la ventana y dibujes olas sobre el, el viento hace que parezcan moverse ~~
El mar no te abandona, y

bienvenida!! :)

Emma Grandes dijo...

Muchas gracias, Carlos! Parece que las olas siguen moviendo mis ansias de escribir. Espero que no haya mar en calma de nuevo ;D

Besos!!!!

 
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