viernes, 30 de octubre de 2009

STOP!

7 curiosos ¿Te atreves a opinar?
No corras más; no es bueno ir deprisa por la vida. Lo único que vas a conseguir así es llegar antes a la meta y, no sé a ti, pero a mí el premio no me gusta. Párate a pensar, por un momento, en todos los pequeños detalles de los que no estás disfrutando y de los que ni siquiera te has percatado.

Siempre has querido crecer muy rápido, pero cada etapa tiene su momento. Algún día te arrepentirás de no haber gozado de mañanas interminables en la cama, de esos cinco minutos más de sueño que todos suplicamos al oír el despertados. Algún día te darás cuenta de que ya no eres joven, que las arrugas de tu cara se mezclan con las marcas de la almohada. Te dolerá ver que el tiempo ha pasado en un suspiro.

Pero, querida amiga, cuando llegue ese momento, quizá sea demasiado tarde y la recta final esté cerca. Y tengo una mala noticia que darte: en este tipo de carreras no hay marcha atrás. Con la vida no se juega.

viernes, 23 de octubre de 2009

Hasta siempre

14 curiosos ¿Te atreves a opinar?

Querido diario,


Hoy no voy a hacerte ninguna confesión. Hoy no es un día normal. Estas palabras son mis últimas palabras escritas aquí. No quiero que sea una despedida triste, sino todo lo contrario. Tus hojas no acaban aquí, pero mis confidencias, sí. Sé que tengo mucho que vivir y mucho que contar, pero ya te he encontrado sustituto.


Aún recuerdo cuando te abrí por primera vez y rompí el silencio de mi estancia con el sonido de mi bolígrafo en contacto con este papel que, para mi, ya es tan familiar. Recuerdo que al principio no fue nada fácil. Poco a poco, empecé a coger soltura; ya tenía confianza contigo. Nunca pensé que llegaría este momento, la verdad. Una parte de mí esperaba no acabar mis días escribiéndote; temía que ese deseo no se cumpliera nunca y estuviéramos unidos para siempre.


Me has escuchado como nadie lo había hecho hasta ahora. La tinta que adornaba tus páginas, muchas veces se ha desteñido al contacto con mis lágrimas. Mis estados de ánimo están reflejados en mi tipo de letra. Hemos tenido días llenos de confesiones eternas, y otros en los que no había palabras suficientes para describir mis sentimientos. Todas tus hojas están llenas de colorido, ya sabes que no me gusta la monotonía, ni siquiera cuando se trata del color del boli.



Pero bueno, basta de nostalgia. Aquí se cierra un capítulo de mi vida y de este diario. Ahora he encontrado a alguien con quién hablar, que me escucha y confía en mí. Ya no necesito buscarte en el recoveco más recóndito de mi habitación, allá donde nadie llega.


Espero olvidarme de tu escondite y no volver a tenerte en mis manos; y si llega ese momento, que sea un encuentro casual motivado por una mudanza o una limpieza a fondo. Deseo que no nos tengamos que volver a ver. Y si lo hacemos, que sea únicamente para recordar viejos tiempos. Un tiempo que no tiene por qué ser mejor.


¡Hasta siempre!



Para ElCuentaCuentos

jueves, 22 de octubre de 2009

Calle sin salida

3 curiosos ¿Te atreves a opinar?
Mis tacones de aguja se clavaban en la acera mojada de una de las calles principales de La Parte Vieja de San Sebastián. Aferrada a mi paraguas, esquivaba a la gente que se movía a toda prisa en dirección contraria. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no fui capaz de darme cuenta de que acababa de entrar en la boca del lobo.


Las banderas ondeaban por doquier. Los colores rojo, verde y blanco de la “Ikurriña” eran los predominantes. Allá donde miraba había mensajes en euskera, pancartas con la fotografía de varios, para mí, desconocidos. En definitiva, estaba dentro de todo el meollo sin comerlo ni beberlo. De los gritos y reivindicaciones, se pasó, de repente, a los empujones. Me asomé como pude para ver qué es lo que pasaba. Las protestas provocaron la ira de los vecinos, quienes se dedicaron a tirar todo tipo de artilugios desde sus balcones mientras la gente intentaba esquivarlos como podía.




Se formó tal revuelo que, en menos de cinco minutos, la Ertzaintza estaba acordonando la zona con sus escudos de plástico y pasamontañas. Intenté salir de cualquier forma, esquivando a la gente que se me echaba encima. Las pancartas volaban por los aires. Yo, sola, en mitad de una manifestación… quién me lo iba a haber dicho cuando salí de casa preparada para pasar una tarde de tienda en tienda con la única intención de dejar la tarjeta temblando.


Se movían en todas las direcciones, era una auténtica locura. Desde gente que se enfrentaba a la propia policía, como gente asustada, igual que yo, que quería salir de allí cuanto antes. El cordón humano tenía las salidas bloqueadas. Intenté entrar en alguna tienda de alrededor para refugiarme, pero todas tenían la persiana bajada. Ellos también tenían miedo.


Las pelotas de goma salían disparadas. No tenían destinatario. Si no eras un poco rápido de reflejos, te podía llegar a tocar a ti. Cuando ya estaba a punto de sentirme libre, un ertzaina me coge por el brazo. No me podía mover de allí sin que le diera los datos. Aún no me creo cómo fui capaz de sostenerme en pie. No había forma de que entendiera que yo estaba por error en esa calle. Para él era carne de calabozo. Menos mal que su superior me miró con otros ojos y vio que no estaba mintiendo. Todo se había quedado en un mal recuerdo. Completamente en shock, volví a mi casa sin pronunciar palabra. Aún tengo pesadillas.


Hoy también he paseado por la misma calle. Ya no hay pintadas en las paredes, parece que ha pasado un huracán y se lo ha llevado todo. Hoy brilla el sol en San Sebastián y no puedo hacer otra cosa que darme un largo paseo por La Concha.


Para Foro de Nuncajamás

martes, 13 de octubre de 2009

El secreto de sus ojos

11 curiosos ¿Te atreves a opinar?
El secreto de sus ojos siempre permanecerá intacto para todo aquel que no la haya sabido mirar y mucho menos escuchar. Su meta es ir, pasito a pasito, hasta el banco que queda cerca de su casa, para después acercarse a tomar un café al bar de al lado. Ayudada por un bastón, deja pasar los días no sin antes trasmitir alegría a todo aquél que le rodea. Pero esa felicidad contagiosa no es la misma que refleja su mirada.

Sus ojos, azules como un mar en calma, brillantes como una noche plagada de estrellas, esconden una historia. A sus noventa y un años tiene a sus espaldas multitud de vivencias que un día contó a sus hijos, nietos y bisnietos. Historias tristes, llenas de polvo, hambre, explosiones y dolor. El sufrimiento de una guerra que tenía a sus propios hermanos divididos. Escondites secretos, palabras en clave, cartas llenas de acertijos... Todo por mantener a una familia unida. Doce hermanos con diferentes destinos marcados por la política. Doce puntos de vista distintos.

Ahora el Alzheimer le hace olvidar todo lo malo. Ya no recuerda a cuántos seres queridos perdió en la guerra, ni que hace sesenta años que no sabe nada de su hermana mayor, quien se trasladó a Francia en busca de una mejor vida. Ahora disfruta de los que le acompañamos a tomar un café a diario. Para ella, no hay nadie más. Pero yo sí sé su secreto porque, cuando era pequeña, cada noche me sentaba a su regazo mientras ella, en forma de obra de teatro, me contaba a su antojo todas esas aventuras.

Ya nadie se lo menciona, ¿para qué? Ella es feliz en su mundo de fantasía hecha a medida. Ella ha elegido no acordarse de lo que un día le hizo sufrir. La enfermedad le ha hecho un gran favor a su vida, dejándole pasar sus últimos años en paz y manteniendo escondido el secreto que guardan sus ojos. Un secreto que sólo unos pocos sabemos apreciar cuando la oímos cantar llena de energía, sin que le importe nada más.


lunes, 5 de octubre de 2009

A-6, salida 29

8 curiosos ¿Te atreves a opinar?

El tráfico era insoportable y la lluvia caía sin cesar, como si se tratara del fin del mundo. Las bocinas de los coches inundaban el ambiente, acompañadas de luces de freno intermitentes.

De pronto, el mundo se detuvo. Ahí, en la carretera de la Coruña, un Volvo C30 y Ford Fiesta se pararon a la misma altura; en la salida 29. No se conocían de nada. Simplemente sabían que estaban conectados, no sólo por el rumbo que tomaban sus neumáticos, sino porque en los dos sonaba por todo lo alto el 'Bed of Roses', de Bon Jovi. El Ford no quería avanzar, de lo contrario perdería al Volvo de vista. El C30 encendió las luces y sonrió pensando que en aquel día de lluvia había sido el único en conseguir ver el sol.


Poco a poco, el Ford Fiesta necesitaba acelerar, que sus cuerpos se chocaran como si de un accidente se tratara. Por su parte, el Volvo había sufrido mucho con eso que llaman Amor pero que muchas veces te destroza por dentro, y necesitaba cambiar su corazón como el que cambia una rueda.

Pero los coches avanzaron y, ahí, en la A-6, un amor a primera vista se disolvió como se evapora el tráfico a partir de las nueve de la noche. Sus ojos brillaron como charcos en el asfalto. Las luces de emergencia iban al compás de sus corazones arrepentidos; sus vidas habían echado el freno de mano, en lugar de haber bajado la ventanilla y dejar que entrara el agua.

Desde ese día, en ese lugar, los dos se buscaron en la lejanía. Pero el tiempo pasaba muy rápido, a 180 Km/h y los coches deportivos pasaron a ser familiares. De Bon Jovi se pasó al Cantajuegos y la silla para el niño ocupaba el asiento trasero.

Aún con el paso de tiempo, había algo que no había cambiado: la salida 29. Desde ese dia, los dos nunca olvidaron que esa salida les pudo haber cambiado la vida. Lo que nunca sabrán es si les hubiera indicado el camino perfecto.
 
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