miércoles, 8 de julio de 2009

Desértico

Es malo levantarse con el pie izquierdo, pero peor embadurnado de sangre. Mi camisa estaba empapada. Pasó de un blanco nuclear a un rojo pasión. Llevaba dormido muchas horas y parecía que había descansado bien. No me sobresalté cuando descubrí dónde me había quedado dormido. Tuve la suficiente sangre fría como para levantarme y analizar la situación en la que me encontraba en ese momento y así poder descubrir cómo había llegado hasta allí.

En ese lugar había cientos de cadáveres. Muchos de ellos tenían partes de su cuerpo amputados. Yo no tenía ni un rasguño. Los móviles de las personas que yacían ahí no paraban de sonar. No veía más allá de mis narices porque todo estaba cubierto por una nube de humo espesa. Entre politono y politono, silencio. Ningún ruido. Estaba solo.

Viendo tal catástrofe no entendía cómo no se oía la sirena de una ambulancia, pero lo que no me cabía en la cabeza era que yo no tuviera ni un rasguño. Rápidamente fui en busca de mi móvil. Lo busqué por todo el amasijo de hierros y en todos y cada uno de los bolsillos de mi cazadora. Tardé varios segundos en reaccionar y en darme cuenta de que podía tomar prestado cualquiera de los teléfonos de las personas que estaban en el suelo, y así lo hice.

Mientras intentaba acordarme del número de algún familiar allegado, intenté salir de esa nube de polvo, esquivando cadáveres sin cesar. Ningún número me venía a la cabeza. El polvo no cesaba y la oscuridad tampoco daba paso a la luz. De repente, la debilidad de las piernas me hizo tropezar. No quería saber encima de qué había ido a caer, porque algo me decía que no me iba a gustar. El móvil que tenía en la mano empezó a sonar de repente. Entonces, pude distinguir por la luz del teléfono al sonar, que lo que había debajo de mí era un niño.

El silencio volvió de nuevo. La llamada se debió de cortar, pensé, antes de que la que pudiera coger. Me levanté horrorizado. Un niño de tan solo unos seis años de edad estaba muerto. Ahí es cuando el pánico empezó a apoderarse de mí. Intentaba recordar dónde estaba, qué era lo último que había hecho, pero no era capaz. Las manos y las piernas me temblaban cada vez más y el nerviosismo impedía que me pudiera mover con rapidez.

De pronto, dejo de tropezar con cadáveres pero sigo sin ver la luz. Ya no hay hierros en el camino ni trozos de metal. Grité pero ni siquiera lograba escuchar mi eco. El silencio ganaba a todo atisbo de vida que me hubiera gustado oír. Siempre me había gustado la soledad pero, en ese momento, lo último que apetecía era verme solo. Me arrepentía de no tener amigos, novia o padres a los que acudir. Personas que marcan tu vida y su teléfono lo acabas memorizando de tanto marcarlo. Pero en mi mente no había nada.

Desde entonces vago solo por el desierto. Nunca supe qué pasó y porqué nadie logró localizarme. Cuando amaneció, busqué en los restos del avión cualquier móvil para llamar, pero el que no estaba destrozado, estaba sin batería. Ni siquiera logré saber en qué día vivía. Lo único que encontré fue mi billete de avión, procedente de España. El destino era Tanzania. Un pasaje que todavía guardo. Un recuerdo que, en mis momentos bajos, me llena de esperanza para seguir en pie.

De esto ya han pasado diez años. Hace una década que no me miro al espejo, que no hablo con nadie, que no oigo la voz de otra persona. Me siento solo en el mundo y me alimento de lo que puedo. Aunque os lo estéis planteando, no, nunca recurrí a las víctimas de la tragedia para alimentarme. Antes prefería morirme de hambre.



4 curiosos ¿Te atreves a opinar?:

Ártico dijo...

¿De qué se alimenta entonces? Por lo menos beberá xD Mi idea es que eso ha ocurrido por los dichosos sonidos del móvil y de ahí la catástrofe. Cuánto daño han hecho... xD

Saludete!

Emma Grandes dijo...

Hola Ártico!
Insectos, plantas, animales... Un tipo de supervivencia difícil por la escasez de agua.
El motivo de la catástrofe lo dejo a vuestra imaginación XD, pero sí, los móviles han hecho mucho daño.
Gracias por tu comentario.
Un beso!

Virginia Vadillo dijo...

Entre las noticias de aviones y esto :S :S igual no vuelvo a subirme Emma! XDD
Primero pensé en un terremoto o algo así, luego en un atentado... lo del avión no me lo esperaba, pero supongo que esas cosas pasan, en el último accidete sobrevió una niña, te acuerdas?
Un beso!

Emma Grandes dijo...

Hola Virgi!!

Me hace mucha ilusión que me escribas XDDD

A mí cada vez me da más miedo volar. Cuando volvíamos de N.Y, mientras cruzábamos el Atlántico lo pensé: Si nos caemos aquí, no nos encuentran ni de coña.

Dos semanas después pasa y con la misma compañía con la que volé yo :S :S Pero bueno, si dicen que es el transporte más seguro, tendremos que ser valientes! Yo este verano tendré la gran experiencia de ver cómo mis padres cogen un vuelo (conmigo) por primera vez. Ya te contaré.

Besos, guapérrima

 
Copyright © De mirilla en mirilla
Blogger Theme by BloggerThemes | Theme designed by Jakothan Sponsored by Internet Entrepreneur